Es una realidad que “el perro es el mejor amigo del hombre”, pero qué tan de acuerdo estamos cuando escuchamos que muchos de sus dueños se refieren a ellos como “mi bebe, mi niñita, etc.”. Adicionalmente consideremos que el mercado y algunos de sus principales agentes disponen en sus vitrinas de ropa, juguetes, shampoo diferenciado por color de pelaje, galletas para mejorar el aliento, camitas, polar y un cuanto podríamos imaginarnos para nuestras lindas mascotas; entonces, ¿cuál es el límite entre la entrega de amor responsable y la humanización?.
El cuestionamiento planteado pudiese generar diversidad de respuestas, no obstante antes deberíamos considerar por lo menos algunos aspectos importantes; muchas familias chilenas en la actualidad postergan el nacimiento del primer hijo debido a la necesidad “legitima” de desarrollarse profesionalmente o por el sólo deseo de pasar un tiempo más prolongado juntos antes de ese especial día, por lo cual hoy es mucho más recurrente ver pasear jóvenes parejas con sus lindas mascotas, por otro lado, también es factible que al otro extremo del ciclo de la vida familiar “nido vacio” muchos adultos decidan acompañarse por una linda mascota, hasta aquí ningún problema, el fenómeno de la humanización se inicia entonces cuando comenzamos a entregarles a nuestros “mejores amigos” características que tal vez, antes solo le manifestábamos a otro seres humanos, ¿pero verdaderamente eso es un problema?, algunos especialistas, como veterinarios y psicólogos, señalan que dicho fenómeno podría generarse debido a un vacio emocional, que pretende llenarse con esta mascota y por otro lado, que los dueños o “papis” sin querer podrían generar una serie de negligencias como por ejemplo: premiarlos con dulces u otros alimentos que no son necesarios para su dieta, darle los mismos medicamentos que a las personas, vestirlos sin considerar que con su pelaje es suficiente, entre otras.
